De lo malo a lo peor: cambio climático e inundaciones
María Eugenia González Ávila*
A un par de semanas que se celebre el día mundial contra el cambio climático (CC), entendiéndose como aquellos cambios a largo plazo en las temperaturas y patrones climáticos, que pueden darse de manera natural y/o debido a variaciones de procesos volcánicos y emisiones solares. y, a partir del siglo XIX, tal como lo indica ONU (2024), las actividades humanas han sido el principal motor que aceleran este CC, sobre todo aquellas actividades basadas en combustibles fósiles como carbón, petróleo y gas.
El CC sin dudad está afectando al ser humano, no solo en la salud (golpes de calor, enfermedades gastrointestinales, presencial de mosquitos que son vectores de enfermedades, etc.), sino también con sequias más recurrentes, que dificultan el desarrollo de cultivo de alimentos o fomentan la presencia de plagas. Otro suceso del CC es lo que están viviendo hoy en día las poblaciones que habitan las zonas costeras del sur del país de México: los catastróficos efectos de fenómenos como huracanes, tormentas tropicales y lluvias extremas, que no solo incrementaron el nivel del mar y la intrusión de salina a tierra firme, sino causaron inundaciones y deslaves catastróficos, que sin duda han tenido efectos devastadores en estados como Guerreo, Oaxaca y Michoacán.
Al respecto, la última cifra indica que huracán John categoría 3 provocó afectaciones en 22 municipios de Oaxaca y destrozos en Michoacán. En tanto en Guerrero se reportan 230 mil damnificados, que tan solo en Acapulco, el municipio más afectado, cuenta con alrededor de 140 mil personas que sufrieron los efectos más severos del huracán y resto se encuentran afectados en tanto que a nivel infraestructura se reportaron 47 mil viviendas que sufriendo daños a nivel estructura sea por las inundación o por los deslaves.
Dichos daños se acrecentaron porque la entidad aún sigue padeciendo por los daños sufridos por el huracán Otis que azotó la entidad el año pasado.
Lamentablemente, aun cuando los daños ha sido devastadores y muy recurrentes en esta zona costera del país, los gobiernos de los tres niveles no han tenido el aprendizaje de crear políticas de prevención y actuación oportuna de protección civil para crear zonas más resilientes ante fenómenos provocados por el CC, es decir, lograr que los sistemas (entidades, municipios o localidades) logren absorber perturbaciones de manera rápida para recobrarse de disturbios climáticos. Desafortunadamente los gobiernos solo resultan reactivos ante este tipo de eventos catastróficos, aunque ni siquiera lo son a la velocidad que lo requieren las poblaciones y devastación ambiental, es decir, no aprenden de lo malo ni de lo peor para evitar pérdidas humanas, daños ambientales y mucho menos pérdidas económicas.
Al respecto, autores como Velázquez-González et al (2021) hacen referencia precisamente a que entidades como Guerrero y Oaxaca presentan un bajo nivel de prevención y recuperación ante eventos como los huracanes, y esto es una oportunidad para repensar cómo se toman decisiones para orientar estrategias y priorizar acciones que lleven a incrementar su la resiliencia, sobre todo por las amenazas naturales que enfrentan y enfrentarán el país, y en específico las zonas costeras del Pacífico.
Ante lo mencionado, es indispensable que hoy día que inicia un nuevo gobierno federal y algunos gobiernos estatales y locales, se logre crear sinergias, no solo para la reconstrucción sostenible de las zonas afectadas por huracanes como John, Otis u otros semejantes, sino estar preparándose para lograr que los municipios y entidades tiendan hacia la resiliencia, ya que el CC no dará tregua en un futuro, por lo tanto, debemos estar preparados. ¿Tú cómo te preparas o tu gobierno ha preparado a la comunidad para ser resiliente ante los efectos del cambio climático?
*Directora de Colef, Unidad Monterrey