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El hilo invisible de la confianza

La confianza, al ser depositada, abre puertas a la colaboración y el entendimiento, permitiendo que los individuos trabajen juntos hacia objetivos comunes.

Isidro Aguado
Isidro Aguado .

por Isidro Aguado Santacruz

21/06/2024 17:18 / Uniradio Informa Baja California / Columnas / Actualizado al 21/06/2024

La confianza es uno de los pilares fundamentales sobre los que se construyen nuestras interacciones sociales y profesionales. Es un concepto tan esencial como frágil, cuya presencia puede facilitar logros extraordinarios, mientras que su ausencia puede desmoronar incluso las estructuras más sólidas.

Tal y como señaló el filósofo griego Aristóteles, "la confianza es la base de la amistad, la piedra angular de las relaciones humanas". Esta reflexión nos lleva a comprender que la confianza no es solo un valor interpersonal, sino también un motor clave en el funcionamiento de sociedades y organizaciones.

La confianza, al ser depositada, abre puertas a la colaboración y el entendimiento, permitiendo que los individuos trabajen juntos hacia objetivos comunes.

En el ámbito privado, la confianza forma el tejido invisible que une a las familias y amistades, cimentando relaciones que resisten el paso del tiempo. En el ámbito público, es la columna vertebral de la legitimidad política y la cohesión social. Sin embargo, cuando se pierde, emergen el temor y la desconfianza, que pueden fracturar tanto las relaciones personales como las estructuras sociales más amplias.

Es evidente que la confianza es un elemento crucial en nuestras vidas, cuya fragilidad nos obliga a manejarla con cuidado y responsabilidad. Apreciar su importancia y trabajar para cultivarla y mantenerla puede llevarnos a una sociedad más unida y cooperativa.

La confianza tiene su origen en una combinación de factores, incluyendo la creencia firme en otro y la capacidad de fiarse de alguien. El término "fe", derivado del latín fide, también implica un sentido de lealtad. Confiar significa depender de la lealtad de otro, sentirse respaldado. Se cuenta la historia de Orfeo, quien intentó rescatar a Eurídice de Hades; Hades accedió a dejarla salir con la condición de que Orfeo caminara delante y no volteara a mirarla mientras subían una larga escalera. Sin embargo, Orfeo no pudo resistir y, al ver que Eurídice tardaba en seguirlo, volteó la mirada hacia atrás y ella murió. Este relato ilustra la fragilidad de la confianza humana: basta con una pequeña vacilación o una duda para romperla.

Es un elemento fundamental para la creación de cualquier acuerdo. Cada vez que llevamos a cabo una acción que involucra a otros, la confianza juega un papel crucial. Imaginemos la disposición de un supermercado con pasillos rodeados de estanterías llenas de productos, de los cuales cada persona elige aquellos que pagará al final. El sistema, aunque cuenta con controles, se basa en la confianza de que cada parte actuará de manera justa para mantener una relación equitativa.
La confianza es esencial para la actividad económica. La estabilidad de una economía depende de la credibilidad que los participantes puedan generar. Una noticia negativa o un aumento en la incertidumbre pueden desestabilizar la economía, y lo que altera esta estabilidad no son los datos objetivos, sino más bien las percepciones.

Similarmente, ocurre algo con la autoridad, que representa la habilidad para influir en otros en la misma dirección. La efectividad de la autoridad también depende de la credibilidad. Nuestro comportamiento varía significativamente cuando confiamos en la información que recibimos, en comparación con cuando sospechamos que nos están engañando.

La primera situación fomenta colaboración, iniciativa y seguridad; la segunda induce precaución, desconfianza y la necesidad de cambiar o defenderse.

La credibilidad se fundamenta en la percepción de la veracidad de lo comunicado, en la empatía generada por quien nos habla, y en la consistencia entre palabras y acciones. Se basa en elementos tanto objetivos como subjetivos, en hechos verificables y en sensaciones personales. Cuando la confianza se cimienta en pruebas objetivas, construimos sobre bases sólidas; pero cuando se basa únicamente en percepciones subjetivas, sin evidencia que la respalde, puede llevar a la decepción, la sensación de falta de fiabilidad y dificultades para recuperar la confianza.

Vivimos en un mundo donde la falta de certezas es evidente. Muchos podrían sentirse tentados a perder la fe en los demás. Sin embargo, es crucial reflexionar sobre momentos en los que nuestra confianza pudo haber sido precavida, manteniéndola pero siendo cautelosos para evitar decepciones profundas.

A veces, la desconfianza puede parecer un refugio ante la incertidumbre, pero en realidad limita nuestras posibilidades de lograr grandes cosas. Confiar no implica ser ingenuos, sino reconocer la necesidad de contar con los demás. La confianza es un regalo que deberíamos ofrecer siempre, a menos que haya razones claras para no hacerlo. A veces, la clave está en mirar hacia adelante, sin temor al pasado que llevamos a nuestras espaldas.

Quizá la confianza sea el elemento que no debemos perder. Es el impulso para seguir mejorando el mundo y la razón para no renunciar al futuro, la confianza no solo es un acto de fe en los demás, sino también en nosotros mismos. Es el hilo invisible que nos conecta con la posibilidad de un futuro mejor, donde nuestras interacciones están marcadas por la esperanza y la colaboración mutua.

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