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CAMBIO DE RITMO

El juicio a la democracia

Mientras el país se distrae con las amenazas de Donald Trump y los discursos polarizantes, un tema de enorme trascendencia avanza en la sombra: la elección de los integrantes del Poder Judicial.

Isidro Aguado Santacruz
Isidro Aguado Santacruz Archivo

por Isidro Aguado Santacruz

07/02/2025 16:07 / Uniradio Informa Baja California / Columnas / Actualizado al 07/02/2025

"El pueblo que elige corruptos, impostores, ladrones y traidores no es víctima, es cómplice."_ — George Orwell

Por Isidro Aguado Santacruz

Mientras el país se distrae con las amenazas de Donald Trump y los discursos polarizantes, un tema de enorme trascendencia avanza en la sombra: la elección de los integrantes del Poder Judicial. Lo que está en juego no es menor. Según el Índice de Estado de Derecho 2023 del World Justice Project, México ocupa el lugar 116 de 142 países en justicia penal y el 120 en ausencia de corrupción. ¿Realmente creemos que someter a votación los nombramientos judiciales fortalecerá nuestras instituciones?

Los países con mejor desempeño en justicia y gobernabilidad —como Dinamarca, Noruega o Finlandia— tienen sistemas donde los jueces se eligen por mérito, no por popularidad. En cambio, México pretende ser el primero en "democratizar" su Poder Judicial, vendiendo esta idea como un avance histórico. Pero la realidad es otra: la justicia no es un concurso de simpatía, y quien necesita votos para llegar a un puesto, tarde o temprano, se verá obligado a pagar favores.

Las señales de alerta son muchas. El proceso ha estado plagado de irregularidades desde el inicio. El Tribunal Electoral, sin facultades para ello, anuló decisiones del comité de selección y transfirió el control al Poder Legislativo, que ha convertido el proceso en un espectáculo de incompetencia y opacidad. El Instituto Nacional Electoral, que hace apenas un año era garante de elecciones limpias, ahora se ve forzado a gestionar una votación caótica en la que los ciudadanos deben elegir cientos de jueces y magistrados sin criterios claros, sin información suficiente y con una distribución geográfica que rompe con cualquier lógica electoral.

Esto no es una transformación democrática; es una aberración jurídica. En una elección normal, cada voto debe valer lo mismo, pero aquí, la distribución de magistrados por región genera una distorsión en la representatividad. No todos los ciudadanos tendrán el mismo peso en la elección, y si el voto deja de ser igualitario, el principio mismo de la democracia se desmorona.

La corrupción judicial ya es un problema grave en México. Según el INEGI, el 82% de la población desconfía de los jueces. Ahora, con un sistema donde los candidatos deberán hacer campaña, financiar publicidad y movilizar votantes, el riesgo de que el crimen organizado infiltre aún más el sistema judicial es alarmante. Si con jueces designados se han documentado casos de sentencias compradas y protección a delincuentes, ¿qué pasará cuando los jueces necesiten financiamiento electoral?

Ante este panorama, surge la pregunta: ¿qué hacer? Ignorar el proceso es una opción, pero también es entregarle la justicia a quienes mejor manipulen el sistema. El voto en blanco se plantea como una alternativa para enviar un mensaje de rechazo, pero requiere una participación masiva y coordinada. Lo cierto es que México se encuentra en un punto de quiebre. Si esta elección se normaliza, se habrá abierto la puerta a la politización absoluta de la justicia. Y una vez cruzado ese umbral, no habrá marcha atrás.

Seguirle el ritmo a la vida no es tarea fácil, y mucho menos en un país donde la política cambia de dirección con cada amanecer.

Pero aquí estamos, en Cambio de ritmo, haciendo el esfuerzo de ponerte al día y dejar sobre la mesa los temas que realmente importan. Que este fin de semana sirva para reflexionar, recargar energía y, sobre todo, no perder de vista el rumbo. ¡Nos leemos pronto!