Columnas
El Ocaso del PRI: ¿Alito, el Enterrador?

"El progreso es imposible sin cambio, y aquellos que no pueden cambiar sus mentes no pueden cambiar nada." - George Bernard Shaw

¿Estamos realmente presenciando el ocaso del PRI y Alito será quien lo entierre?
Isidro Aguado Santacruz Archivo

BAJA CALIFORNIA.- El PRI que conocemos hoy en día tiene sus raíces en el Partido Nacional Revolucionario (PNR), creado en 1929 gracias al liderazgo del general Plutarco Elías Calles. En su origen, el lema del partido era "Instituciones y reforma social". El general Manuel Pérez Treviño se convirtió en su primer presidente, mientras que el ingeniero Luis I. León asumió el rol de primer secretario general. El primer candidato presidencial del PNR fue Pascual Ortiz Rubio, quien venció en las elecciones a José Vasconcelos, del Partido Nacional Antirreeleccionista.

El 30 de marzo de 1938, bajo la dirección del general Lázaro Cárdenas del Río, el partido fue profundamente reformado y adoptó un nuevo nombre, pasando a ser conocido como el Partido de la Revolución Mexicana (PRM).

Dos objetivos fundamentales se delinearon con claridad: erradicar el caudillismo y establecer instituciones sólidas. La clave para alcanzar estas metas fue la prohibición de la reelección, una medida crucial que sentó las bases para un cambio profundo. Estos cimientos diferenciaron a México del resto de América Latina a lo largo del siglo XX.

Plutarco Elías Calles tuvo la habilidad y la visión necesarias para unir las numerosas y dispersas fuerzas políticas que persistían en diversas regiones del país. Su objetivo era llegar a una era de creación de instituciones, y lo consiguió.

Lázaro Cárdenas, por su parte, se dedicó a brindar un apoyo más cercano a la población desfavorecida, enfocándose en los campesinos y obreros en situación de vulnerabilidad. Su enfoque fue claramente hacia una izquierda nacionalista.

El 18 de enero de 1946, la visión modernizadora y más hacia la derecha incluyente del licenciado Miguel Alemán Valdez -a la luz de su candidatura presidencial- en las postrimerías del gobierno del general Manuel Ávila Camacho, fue la que inspiró la institucionalización del (PRM) y lo transformó en el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Esto permitió el acceso a los sectores medios, profesionales y empresariales, que junto con los sectores agrario, obrero y popular, le dieron una fuerza fenomenal que consolidó su otrora hegemonía, la cual duró en el poder hasta el año 2000, habiendo resurgido en 2012 y vuelto a caer en 2018.

Durante la presidencia de Luis Echeverría, al asumir Jesús Reyes Heroles el liderazgo del partido, el PRI recibió un impulso ideológico sin precedentes, que hasta hoy no ha sido superado. Su discurso innovador y su comportamiento impecable, junto con su gestión política pulcra, establecieron un modelo político admirable e inigualado. Posteriormente, Porfirio Muñoz Ledo, junto con Augusto Gómez Villanueva y Hugo Cervantes del Río, bajo la dirección del presidente Echeverría, gestionaron la campaña política del candidato José López Portillo hasta lograr llevarlo a la Presidencia de la República.

Reyes Heroles se centró entonces en la creación de la gran reforma política principal que permitió la entrada de las minorías. Pasaron los años para el PRI con sus altibajos, con líderes muy destacados, buenos y medianos, pero siempre bajo el dominio y la influencia abrumadora del presidente en turno. Desde antes de Luis Donaldo Colosio y después del sonorense hasta Alejandro Moreno Cárdenas, cuyo mayor fallo, deshonra o carencia de política es intentar reelegirse y mantenerse en la dirigencia nacional más allá del 2030, a pesar de que la fecha de su término ya está establecida.

Lo sucedido en la asamblea, que se llevó a cabo bajo restricciones sin precedentes, fue realmente desafortunado. Faltaron la cortesía, la razón, la prudencia, el diálogo y el debate civilizado. En momentos en que la seriedad y el análisis crítico son más necesarios para enfrentar la adversidad y la mayor crisis del PRI, la respuesta fue la mezquindad y la obstinación en mantener el cargo. El sentido común y los valores éticos más básicos exigían una entrega rápida de la dirigencia del partido, para que nuevas ideas, estrategias y personas pudieran intentar corregir el rumbo.

Conversando con algunos exintegrantes del PRI, expresan dolor al observar la caída de su partido, que atraviesa actualmente su período más difícil y se enfrenta a una encrucijada existencial, sin una dirección clara; esto debido a conflictos internos y discrepancias, así como a la notable pérdida de apoyo político a nivel regional y a su marcada caída evidenciada en los recientes procesos electorales.

¿A quién representa, a estas alturas, el Partido Revolucionario Institucional? A muy pocos, significativamente menos de los que solía afirmar representar, si consideramos los resultados de los comicios del pasado 2 de junio. ¿Cuál es la propuesta del PRI? Es una incógnita. Durante muchos años ha sido difícil identificar la orientación ideológica del partido, que ha transitado desde el nacionalismo revolucionario al activismo tercermundista y luego adoptó el "liberalismo social", uno de los términos alternativos al neoliberalismo (ya que ningún defensor del neoliberalismo se autodenomina así, siempre es atribuido por otros). Con Alito, es especialmente difícil conocer las convicciones de los priistas. El pragmatismo ha sido llevado más allá de cualquier límite y se ha transformado en puro cinismo: es ampliamente entendido que el PRI respaldará o rechazará cualquier cosa, sin importar cuántas volteretas deba dar, según lo que en ese momento considere más conveniente, es decir, según lo que acuerde y con quién.

Desde que la dirigencia del PRI optó por unir fuerzas con su rival histórico, su opuesto ideológico, el PAN, y las facciones de izquierda remanentes en el PRD, ha marcado un sendero desorientado. Este movimiento ha sembrado desconcierto en una población observadora y reflexiva, que finalmente sancionó a los tres grupos políticos con su respaldo electoral.

La gestión actual de la dirigencia nacional del PRI, que se extenderá por más tiempo, ha tenido resultados desastrosos:

  1. En solo cuatro años, la presente dirigencia ha perdido 11 Gobernaturas, solo Gobierna dos Estados, sumando los sufragios con sus aliados eventuales.
  2. En la última contienda presidencial, el partido que encabezó México durante la mayor parte del siglo XX y parte del XXI apenas obtuvo 5 millones 400 mil votos, en comparación con los más de nueve millones que logró en 2018, lo que representa una pérdida cercana a la mitad de su respaldo electoral anterior.
  3. En términos proporcionales, de una elección presidencial a otra, el PRI disminuyó del 17 por ciento a menos del 10 por ciento, siendo superado por tres partidos: Morena, PAN y MC. El PRI se transformó en un partido de un solo número en efectividad electoral, convirtiéndose en un partido satélite de la derecha.
  4. En la elección legislativa simultánea, el PRI será la quinta fuerza parlamentaria en la Cámara de Diputados y en el mejor de los casos el cuarto grupo parlamentario en el Senado de la República.
  5. El PRI no obtuvo ni un solo distrito de mayoría de los 300 que abarcan el territorio nacional. Un revés sin antecedentes.

Aquí están los resultados de la dirigencia actual, que ya debía finalizar el período para el cual fue elegida, estos son los datos con los que impulsó su continuidad, y con los que logró distorsionar las normativas internas del PRI, cuya esencia era la rotación de líderes, la prohibición de reelección, para facilitar el cambio de generaciones, y para ofrecer respuestas más efectivas a los desafíos cambiantes del México contemporáneo.

La combinación de fluctuaciones y resultados adversos motivó a numerosos líderes y miembros, especialmente a los estrategas políticos locales, a explorar oportunidades en diferentes lugares y alejados del respaldo del partido. Se sabe ampliamente que muchos de ellos han acabado en Morena, fortaleciendo así la influencia del gobierno.

En resumen, en la asamblea de ayer, la dirigencia actual llegó con los resultados más desfavorables en la historia del PRI: siendo ahora la cuarta fuerza política, con solo el 9.5 por ciento de los votos en las elecciones del 2 de junio, con tan solo 35 diputados, 16 senadores y únicamente dos gobernaciones.

¿Estamos realmente presenciando el ocaso del PRI y Alito será quien lo entierre?

Temas relacionados Alito PRI