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Inmensidad

Somos de una generación que atestiguamos una revolución tecnológica y que tanto nos costó entender. Computadoras, teléfonos inalámbricos o inteligentes, fax y una larga lista. Lo más impresionante que conocimos fue sin duda el Internet.

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El Colef El Colegio de la Frontera Norte

por El Colef

07/01/2025 16:55 / Uniradio Informa Baja California / Columnas / Actualizado al 07/01/2025

Víctor Alejandro Espinoza*

Somos de una generación que atestiguamos una revolución tecnológica y que tanto nos costó entender. Computadoras, teléfonos inalámbricos o inteligentes, fax y una larga lista. Lo más impresionante que conocimos fue sin duda el Internet.
Según "San Google", la World Wide Web fue dada a conocer por Tim Berners-Lee en 1989, pero su antecedente data de 1969 cuando Michael Elie logró conectar un ordenador de la Universidad de California con otro de la Universidad de Stanford. Poco después se unirían otras 4 universidades y le dieron el nombre de ARPANET. Estamos hablando de pocos años y de una verdadera revolución. 

Yo no recuerdo con exactitud cuando me conecté por primera ocasión y navegué en la red. Pero mi sensación si fue como descubrir la inmensidad. Creo que ese estado de ánimo lo describe muy bien Irene Vallejo en su bellísimo libro: "El infinito en un junco", que es la historia de la construcción de la biblioteca de Alejandría, Egipto; un lugar donde se buscaba hacer acopio de todos los libros escritos en el mundo, desde el nacimiento de la escritura en papel. "Imagino la experiencia de entrar en la Biblioteca de Alejandría en términos parecidos a lo que yo sentí cuando navegué por primera vez en internet: la sorpresa, el vértigo de los espacios inmensos".

Recuerdo que en sus inicios la conexión a Internet era lentísima. Si estabas navegando y requerías hacer o recibir una llamada tenías que desconectar el cable de la computadora y conectar el teléfono. Era como los calentadores de paso, los cuales si alguien se está bañando y se abre una llave, se interrumpe el suministro de agua caliente y empiezan los gritos: "Cierren la llave". 

A mediados de los noventa yo vivía en un edificio de departamentos y un vecino nos propuso "brindarnos el servicio de Internet" a varios de nosotros. Colocó una antenita en forma de L en la torre de la computadora y se convirtió en mi proveedor. La conexión era un desastre y en el proceso de conexión hacía un ruido terrible, como un chillido; además, el vecino tenía que estar conectado para reenviarnos la señal. Para bajar una página te tardabas minutos. Fueron mis pininos en el ciberespacio. 

Si bien los primeros mensajes de correo electrónico fueron por parte de Ray Tomlinson por medio de la red ARPANET en 1971, es a parir de Internet que se masificó el uso de esta herramienta, hoy imprescindible y que vino a dejar en obsolescencia, entre otros, los mensajes por telegrama.  Creo que la primera referencia que tuve de un correo electrónico fue por el año de 1993. Nuestro director de sistemas en El Colegio de la Frontera Norte, Arturo Torres, se me acercó un día y me dijo que había llegado un correo al servidor de la institución dirigido a mí, que era de una profesora que residía en Argentina y se había enterado de un artículo que había publicado y que le interesaba. Yo no tenía la más remota idea de cómo contestarle o tener mayor comunicación. Todavía no contábamos con un correo institucional, mucho menos con uno personal.

Un año después, en 1994, durante un curso sobre Estados Unidos para latinoamericanos en el Centro de Estudios México-Estados Unidos de la Universidad de California en San Diego, había un par de estudiantes cubanas a las que en determinadas horas del día les permitían acceder a una computadora para comunicarse con su familia en Cuba. Paradojas de la vida, pero un país con tantas carencias tenía mejor comunicación que nosotros con México. 

Años después, en 2008, en la ciudad de Washington, DC, me deslumbró conocer el primer iPhone y sus virtudes. Al trasladarme en autobús una señora sentada al lado mío iba viendo su celular y al tocar la pantalla se sucedían fotografías. Le pregunté que era esa maravilla de aparato y me dijo que se trataba de un celular llamado iPhone. Efectivamente, Steve Jobs había anunciado el nacimiento de esta revolucionaría tecnología en enero de 2007, y en junio de ese año inició su comercialización con su primer modelo. Todo un mundo en un pequeño aparatito ligado a Internet. Una puerta abierta a la inmensidad. 

*[1] Presidente de El Colegio de la Frontera Norte. Correo electrónico: [email protected]. Twitter: @victorespinoza_ Página WEB: www.colef.mx/victoralejandroespinoza/