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La elección que resuena en México

Isidro Aguado Santacruz Archivo

Los problemas políticos son como las leyes: no tienen más que un fin, el poder." - Juan Domingo Perón

Por Isidro Aguado Santacruz

Pocas veces una elección significa tanto para la humanidad, y hoy, 5 de noviembre, millones de estadounidenses deciden el destino de su país y, en buena medida, el de muchas naciones que giran en torno a este gigante. La elección entre Donald Trump y Kamala Harris no es una mera contienda de partidos; es una decisión que coloca en la balanza a poderes geopolíticos, conflictos latentes y la estabilidad de regiones enteras.

En un mundo cada vez más polarizado y complejo, la Casa Blanca representa una fuerza cuya dirección puede provocar o contener crisis internacionales, y en ese contexto, México se encuentra a merced de las corrientes políticas que surjan de esta elección.

Las tensiones con China, por ejemplo, son un punto focal en la plataforma de ambos candidatos. Si Trump vuelve al poder, su retórica combativa y proteccionista hacia China podría intensificarse, acercándonos a un escenario que en el Pentágono ya se analiza como "la guerra de los grandes poderes." Trump no ha ocultado su disposición a escalar los ejercicios militares y endurecer la postura ante China, en especial respecto a Taiwán, un punto álgido en las relaciones internacionales. Harris, aunque también apoya a Taiwán, ha mostrado una tendencia hacia la diplomacia y la contención, lo cual podría evitar una confrontación inmediata, aunque no erradica las tensiones que existen entre ambas potencias. De cualquier modo, lo que suceda hoy en las urnas influirá directamente en la posibilidad de un conflicto de magnitud global.

Este mismo eje de decisiones impacta otras regiones conflictivas, como la guerra en Ucrania. Bajo una administración de Trump, es probable que el apoyo militar y económico a Ucrania disminuya, cediendo terreno a Rusia para consolidar su ocupación de aproximadamente un tercio del territorio ucraniano. Harris, en cambio, mantendría el compromiso de proporcionar armamento y respaldo a Ucrania, e incluso podría intensificar la presión sobre Moscú, planteando el riesgo de que el conflicto se extienda más allá de las fronteras de Europa del Este. En Medio Oriente, la situación no es menos volátil. Las fricciones entre Israel y Palestina, las amenazas latentes de Irán y los choques con Líbano son temas que, en manos de un mandatario estadounidense, pueden inclinarse hacia el diálogo o la confrontación abierta.

Para México, el desafío es aún más directo y profundo. Trump, con su ya conocida postura hacia nuestro país, ha prometido que cerrará la frontera en el primer día de su gobierno, si es necesario, en un intento de frenar la migración y controlar el tráfico de drogas, especialmente de fentanilo. Su enfoque podría incluir la deportación masiva de migrantes y la presencia de fuerzas militares en la frontera, lo cual, aunque políticamente popular entre sus seguidores, pondría a México en una posición precaria. Además, ha insinuado la posibilidad de imponer aranceles a productos clave como los automóviles mexicanos, alcanzando niveles exorbitantes de hasta un 2000%, una medida que impactaría profundamente en la economía mexicana.

Kamala Harris, aunque con una visión menos radical, tampoco ha sido especialmente condescendiente hacia México. La cuestión migratoria sigue siendo un tema explosivo, y su postura sobre el T-MEC ha sido clara: Harris se opuso al tratado cuando era legisladora y ha expresado su intención de renegociarlo, asegurando que buscaría condiciones más ventajosas para Estados Unidos. La presión sobre México no desaparecería, pues el comercio y la seguridad en la frontera continuarían siendo asuntos prioritarios para la administración de Harris, aunque tal vez con un enfoque menos punitivo que el de su contrincante.

Ambos candidatos enfrentan el complejo dilema del fentanilo, una crisis que cobra la vida de aproximadamente 100,000 estadounidenses al año. Esta situación, que vincula directamente a los cárteles mexicanos en la cadena de suministro de drogas sintéticas, coloca a México en el centro de la agenda política de ambos contendientes. Harris y Trump han prometido tomar acciones firmes, lo cual plantea riesgos para nuestro país, especialmente si esas medidas incluyen la intervención directa o restricciones comerciales más severas. Aunque el tono de Harris sugiere un abordaje cooperativo, las políticas hacia el narcotráfico y el control de la frontera seguirán siendo puntos de conflicto.

Al analizar este escenario desde México, se observa una elección que tiene menos que ver con las preferencias políticas de los estadounidenses y más con el impacto real en nuestras vidas. La economía, la seguridad fronteriza, el flujo migratorio y la estabilidad comercial son solo algunos de los aspectos que están en juego para México. Desde los aranceles que podrían asfixiar a sectores industriales hasta las decisiones sobre el T-MEC que afectarán directamente a nuestras exportaciones, la influencia de quien ocupe la Casa Blanca será determinante para la estabilidad y crecimiento de nuestro país.

Más allá de México, el mundo entero se encuentra a la expectativa. Una victoria de Trump o de Harris no solo define la dirección de Estados Unidos, sino que establece un precedente para la política internacional en la próxima década. ¿Estaremos más cerca de un conflicto directo entre las grandes potencias, o podremos evitar una confrontación de proporciones catastróficas? La respuesta, al menos en parte, se decidirá hoy en las urnas estadounidenses.

Cada voto en EE.UU. podría cambiar el curso de la política migratoria y comercial, impactando de manera directa a millones de mexicanos. La historia reciente nos recuerda que cada elección en la superpotencia afecta no solo a su población, sino también a las dinámicas sociales, económicas y políticas de países vecinos. La pregunta no es solo quién ganará, sino cómo sus políticas resonarán en las vidas de quienes cruzan la frontera y en la estabilidad de la región.

Hoy, el eco de las decisiones en las urnas estadounidenses resuena fuertemente en México, donde las esperanzas y temores se entrelazan en un delicado equilibrio. Como lo expresó Octavio Paz, "la política es un espejo de la historia", y en este momento, el reflejo es claro: lo que sucede en EE.UU. tiene el potencial de redefinir el futuro de México. La comunidad internacional observa, y el mundo entero se prepara para las repercusiones de esta elección, sabiendo que el destino de naciones puede estar en juego, estemos atentos lectores. Excelente inicio de semana.