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La ironía de la inclusión

Era un simple trámite administrativo, sin mayor complicación... o eso creí.

Isidro Aguado Santacruz
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por Isidro Aguado Santacruz

18/02/2025 18:30 / Uniradio Informa Baja California / Columnas / Actualizado al 18/02/2025

"La discapacidad no está en el cuerpo, está en la indiferencia de quienes deciden no ver lo que falta para que todos podamos caminar juntos."

Por Isidro Aguado Santacruz

Recuerdo una tarde cualquiera, hace unos días, cuando acompañé a mi suegro
—quien usa silla de ruedas— al centro de la ciudad.

Era un simple trámite administrativo, sin mayor complicación... o eso creí. En menos de una hora, nos enfrentamos a banquetas rotas, rampas imposibles de usar sin ayuda, autos estacionados en los pocos espacios adaptados y la falta de accesos adecuados en los edificios. El recorrido, que para cualquiera tomaría unos minutos, se convirtió en una odisea. Fue en ese momento cuando comprendí, en carne propia, que en esta ciudad la discapacidad no está en el cuerpo, sino en la infraestructura.

Hoy, en un cambio de ritmo poco habitual, entrevisté a Braulio Medina, quien ha usado una silla de ruedas desde 2010. Su testimonio no fue una sorpresa, sino una confirmación de la realidad: moverse en una ciudad que no está diseñada para todos es una batalla constante.

—Braulio, ¿cómo es un día común para alguien en tu situación?

—Lo primero que debo enfrentar es la banqueta: baches, desniveles, postes en medio del camino. Después, el transporte... si no cuentas con alguien que te ayude, simplemente no puedes trasladarte. Las opciones son escasas, la infraestructura es casi inexistente, y la ciudad no está hecha para nosotros.

En México más del 6% de la población vive con alguna discapacidad, lo que equivale a casi 8 millones de personas, según el INEGI. De ese porcentaje, cerca del 60% tiene problemas para moverse libremente en la ciudad. Y sin movilidad, la inclusión es solo un discurso vacío.

La accesibilidad debería ser un derecho, no un privilegio. México firmó y ratificó la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, en la que se compromete a garantizar el derecho a la movilidad y accesibilidad. También existe la Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad, la cual establece que los espacios públicos y privados deben contar con infraestructura adecuada. Pero, como ocurre con muchas leyes, en este país la brecha entre el papel y la realidad es abismal.

Las multas por ocupar indebidamente un espacio para personas con discapacidad existen, pero rara vez se aplican. La Ley de Movilidad y Transporte de la Ciudad de México estipula sanciones de hasta 2,500 pesos por invadir cajones exclusivos, pero en la práctica, es un reglamento que pocos respetan. Y si hablamos de acceso a la educación y al empleo, la situación es aún más alarmante.

Una propuesta que no puede esperar Para cambiar esta realidad, propongo la iniciativa "Ciudad para Todos", que busca reformar la legislación actual para garantizar la accesibilidad universal en espacios públicos y privados, con sanciones más estrictas para quienes incumplan. Esta propuesta se basa en cuatro pilares fundamentales:

1. Infraestructura obligatoria: Todas las nuevas construcciones públicas y privadas deberán contar con accesos adecuados para personas con discapacidad. Esto incluiría rampas funcionales, elevadores accesibles y baños adaptados.
2. Transporte accesible: Se exigirá que al menos el 20% de los transportes públicos estén acondicionados para personas con discapacidad. Las concesiones que no cumplan perderán su licencia de operación.
3. Sanciones reales: El mal uso de espacios exclusivos para personas con discapacidad será castigado con multas de hasta 20,000 pesos, además de la remoción inmediata del vehículo.
4. Fomento del empleo inclusivo: Se creará un programa de incentivos fiscales para empresas que adapten sus instalaciones y contraten a personas con discapacidad. Esta no es una idea sacada de la nada, sino una estrategia basada en modelos exitosos de otros países. En Alemania, las empresas con más de 20 empleados están obligadas a contratar al menos a un 5% de personas con discapacidad o pagar una multa anual. En España, el gobierno financia la adaptación de espacios laborales para garantizar la inclusión. En Estados Unidos, la Ley para Estadounidenses con Discapacidades (ADA) prohíbe la discriminación laboral y exige accesibilidad en todos los espacios públicos.

Pero en México seguimos atrapados en la simulación. Nos llenamos la boca con discursos sobre inclusión, mientras las personas con discapacidad no pueden ni siquiera acceder a un baño en la mayoría de las oficinas gubernamentales.

Braulio lo resume con una frase contundente:

—No necesitamos lástima ni discursos, necesitamos rampas, transporte y trabajo.

Y tiene razón. La verdadera inclusión no se mide en palabras, sino en infraestructura. Si bien la retórica oficial promete un país más justo e inclusivo, la realidad es que la mayoría de las personas con discapacidad siguen siendo invisibles en la estructura urbana y laboral del país. En un sistema que promete derechos pero falla en garantizar las condiciones necesarias para ejercerlos, la discapacidad se convierte en un obstáculo no solo físico, sino también institucional y político.

Al final, la ironía es patente: nos jactamos de ser una sociedad que defiende los derechos humanos, pero nos olvidamos de que la inclusión comienza con algo tan básico como la posibilidad de movernos libremente, con dignidad y sin obstáculos. En el fondo, el verdadero problema no es la discapacidad, sino la falta de voluntad para crear un entorno que permita que todos, sin excepción, caminemos juntos.

Adaptarse al compás de la vida no es tarea sencilla; en Cambio de ritmo, intento no perder el paso. Que tengas un excelente inicio de semana lector.