Lo que China entendió y México aún no
*_El poder de construir empresas que lideran el mundo_
Por Kevin Villatiro
¿Por qué China avanza y México se estanca? Los datos lo explican
Durante años, China fue vista como "la fábrica del mundo". Hoy, esa percepción quedó obsoleta. El gigante asiático no solo produce, inventa, diseña y lidera sectores clave del futuro como inteligencia artificial, autos eléctricos, telecomunicaciones, biotecnología y energía solar.
Mientras tanto, México sigue atrapado en el discurso del "gran potencial". Talento hay. Recursos también. Pero nos falta visión, estrategia y disciplina empresarial de largo plazo.
Para entender esta brecha, miremos algunos hechos duros:
China hoy tiene una economía de 17.8 billones de dólares, contra los 1.5 billones de México. Pero más allá del tamaño económico, lo que impacta es cómo invierte y cómo innova.
El país asiático destina el 2.4% de su PIB a investigación y desarrollo (I+D), mientras México apenas roza el 0.3%. Esto se traduce en un resultado brutal: China registra más de 1.5 millones de patentes al año, mientras que México no llega a 20 mil.
En el ranking global de innovación elaborado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO), China ocupa el lugar 12 del mundo. México está en el 58.
El ecosistema emprendedor también refleja esta diferencia. China ya supera las 330 startups unicornio (empresas tecnológicas valuadas en más de mil millones de dólares). México apenas cuenta con 9.
Y mientras cada año más de 4.7 millones de jóvenes chinos se gradúan de carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), México produce alrededor de 130 mil.
1. Pensar en décadas, no en elecciones
Una de las grandes ventajas de China es su capacidad de planear a 30 o 50 años. Cada empresa, cada universidad y cada política pública están alineadas a un propósito de largo plazo: ser potencia.
En México, muchos empresarios —y gobiernos— siguen operando bajo lógica de sexenio o de urgencia mensual.
¿Qué podemos hacer diferente?
Como empresarios, debemos liderar el cambio construyendo negocios que aspiren a trascender generaciones, no solo cumplir metas trimestrales. Se trata de pensar en 2035, no solo en 2025.
2. Velocidad y brutal ejecución
En China, las startups lanzan, prueban y corrigen productos en cuestión de semanas. No buscan la perfección inicial, buscan ejecutar con rapidez y mejorar con datos reales. Por eso lideran industrias que hace 20 años ni existían.
En México, seguimos esperando tener todo perfecto para actuar. Tememos al error. Ellos lo abrazan como parte del aprendizaje.
¿Qué debemos cambiar?
Dejar de esperar. Empezar a lanzar. Adoptar una mentalidad de mejora continua y romper la cultura del miedo al fracaso.
3. Orgullo empresarial como causa nacional
En China, construir una empresa fuerte no es solo un logro personal: es una forma de servir al país. Cada marca que exporta, cada unicornio que nace, es visto como símbolo de orgullo colectivo.
En México, el éxito empresarial a veces es mal visto o minimizado. Necesitamos cambiar esa narrativa. El empresario que genera empleo, exporta valor y respeta al cliente debe ser celebrado, no señalado.
4. Ecosistemas que colaboran: empresa, academia y gobierno
Las regiones más avanzadas de China, como Shenzhen o Hangzhou, no crecieron solas. Universidades, empresas privadas y gobiernos locales trabajan juntos para generar innovación, inversión y productos exportables.
En México, los esfuerzos existen, pero muchas veces son aislados, lentos o burocráticos.
¿Qué podemos hacer distinto?
Construir clústers de innovación, fortalecer vínculos con universidades y crear comunidades empresariales con propósito común.
5. México tiene una carta poderosa (que China no): ubicación y acceso a EE. UU.
A pesar de todo, México tiene una ventaja que China no puede comprar ni construir: está junto al mayor mercado de consumo del mundo.
Nuestra posición geográfica, el T-MEC, la juventud de nuestra población y el crecimiento del nearshoring abren una ventana histórica de oportunidad.
Pero solo la aprovecharán aquellos empresarios que se modernicen, inviertan en tecnología, profesionalicen sus operaciones y piensen en grande.
Conclusión: No se trata de copiar a China. Se trata de despertar.
China no es perfecta. Tiene sus retos. Pero entendió una verdad esencial: el futuro de un país depende de la fuerza de sus empresas.
Hoy México tiene la opción de seguir diciendo "tenemos potencial" o empezar a decir: "estamos listos para liderar".
La diferencia la marcarán los empresarios que piensan como país, ejecutan como industria y sueñan como potencia.