Más allá del miedo: organización y resistencia frente al segundo mandato de Trump
Ámbar I. Paz Escalante*
A un mes del inicio del segundo mandato de Donald Trump, el tema migratorio domina la agenda internacional. Los titulares están llenos de debates sobre política, retórica y medidas drásticas, dejando en claro que el presidente electo gobernará, una vez más, con la fórmula del miedo, la incertidumbre, la exclusión y la violencia. Sus discursos y acciones envían un mensaje contundente: "los inmigrantes latinoamericanos no son bienvenidos en Estados Unidos". Nuestro color, nuestra historia, nuestra gente y el esfuerzo de quienes migran son rechazados bajo una retórica de odio que nos convierte en presencias desechables, negándonos el valor que como seres humanos y trabajadores aportamos a la sociedad.
Desde su inicio, el segundo mandato trumpista ha utilizado la estrategia del terror y la represión como sello de su gobierno, lo que marca el rumbo de las políticas migratorias. Estas buscan criminalizar a quienes no tienen documentos, reforzando la falsa asociación entre la indocumentación y la criminalidad. Las redadas de ICE y las medidas punitivas han intensificado la persecución de migrantes, violando derechos humanos y provocando la separación de familias. Sus acciones punitivas de deportaciones masivas causan daños incalculables en familias que son expulsadas, deportadas y desarraigadas.
Este clima de persecución obliga a cuestionarnos no solo el destino de los migrantes en Estados Unidos, sino también la respuesta de México ante este fenómeno. Nos enfrentamos a una coyuntura que exige fortalecer nuestra soberanía, nuestra economía y, sobre todo, nuestro tejido social. Las deportaciones masivas no solo afectarán a quienes sean expulsados, sino también a sus familias y comunidades de origen.
El endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos ha resultado en la expulsión de miles de migrantes de diversas nacionalidades, incluidos mexicanos. Si este fenómeno no se atiende de manera urgente e integral, la crisis migratoria y humanitaria se intensificará, por ejemplo, las entidades federativas que reciben a migrantes deportados o retornados enfrentarán una sobrecarga en sus recursos e infraestructura, dificultando la atención efectiva tanto a esta población como a las comunidades locales. Esto podría derivar en mayores tensiones sociales y agravar problemáticas existentes como el desempleo, la marginación y la inseguridad en las regiones receptoras.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Migración (INM), más del 80% de las personas deportadas regresan a comunidades con recursos limitados, lo que profundiza las desigualdades y restringe sus posibilidades de integración social y económica. En los últimos cinco años, más de 3.5 millones de mexicanos han sido deportados, lo que ha generado tensiones políticas y sociales en los lugares de destino en México porque la mayoría de estas personas retornan a comunidades con infraestructura insuficiente, lo que ha perpetuado su exclusión y precariedad.
En este contexto, iniciativas como UNAM Acción Migrante emergen como espacios clave para responder con dignidad y solidaridad a la crisis migratoria que vivimos de este lado de la frontera. Esta plataforma brinda apoyo integral a migrantes con asesoría jurídica, atención psicológica y orientación sobre albergues.
También es importante reflexionar sobre la percepción de los migrantes retornados en México. Para muchas personas, quienes regresan de Estados Unidos son héroes que con su trabajo incansable apoyaron por años la economía nacional. Sin embargo, para otros, la figura del deportado se reviste de una imagen negativa, alimentada por discursos de odio y miedo.
La diferencia entre ambas miradas revela el gran trabajo pendiente para humanizar la figura de las personas retornadas, quienes incluso en su propia tierra enfrentan discriminación. Sin duda, uno de los retos a los que nos enfrentaremos en este segundo mandato de Trump será desmontar el estigma que persigue a los paisanos deportados.
Hoy, más que nunca, la crisis migratoria nos interpela, exigiéndonos reflexionar sobre nuestra humanidad y el valor de nuestra comunidad. Es momento de preguntarnos: ¿cómo nos organizaremos para resistir las adversidades? y ¿de qué manera podemos contribuir para marcar la diferencia?
*Profesora de Carrera de la Escuela Nacional de Trabajo Social-UNAM