Columnas

Plan México: entre promesas y realidades

Isidro Aguado Santacruz Archivo

-"El arte de la política consiste en anticipar lo que ocurrirá, sin saber si se logrará." - Raymond Aron

Por Isidro Aguado Santacruz

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha lanzado lo que ella misma denomina el "Plan México", un proyecto de atracción de inversiones que promete elevar al país al siguiente nivel económico. En su discurso, lleno de optimismo y promesas grandilocuentes, destaca que este plan tiene como objetivo atraer hasta 277,000 millones de dólares entre 2025 y 2030. La estrategia pretende reducir las importaciones asiáticas, principalmente provenientes de China, y fomentar la relocalización de empresas en el país, algo que, con un poco de suerte y mucho maquillaje, podría transformar a México en una economía autosuficiente, por lo menos en lo que respecta a bienes de consumo y algunos sectores clave.

Pero lo que más llama la atención en este plan es la serie de incentivos fiscales y financiamiento que se anunciarán en los próximos meses. Una batería de propuestas que, de cumplirse, podría ofrecer alivio a muchas empresas que ya no saben si apostar por la industria mexicana o seguir buscando oportunidades fuera del país. Sin embargo, las promesas, por más atractivas que suenen, dejan en el aire una pregunta esencial: ¿realmente están los empresarios mexicanos y las pequeñas y medianas empresas en condiciones de confiar en un gobierno que, históricamente, ha mantenido una relación tensa con el sector privado?

La figura de Altagracia Gómez Sierra, quien ha fungido como el puente entre la iniciativa privada y el gobierno, ha sido clave en la presentación del proyecto. A ella le toca ahora pedir a los empresarios que "piensen en grande" y se sumen al esfuerzo del gobierno, a pesar de que en el pasado reciente se les ha visto más a menudo como actores incómodos que como aliados genuinos. En la misma línea, Marcelo Ebrard, secretario de Economía, hace esfuerzos por calificar este plan como "la carta de navegación de México". Y mientras los aplausos no faltaron durante la presentación, la pregunta sobre la viabilidad real de este plan sigue sin respuesta, al igual que la capacidad del gobierno de Sheinbaum para cumplir con lo prometido.

El hecho de que el gobierno de Sheinbaum quiera reducir la dependencia de las importaciones asiáticas no es una mala idea en principio. Sin embargo, la realidad de las cadenas de suministro globales y el rol crucial de Asia en ellas hacen que este propósito suene algo idealista. A esto se añade la intención de generar 1.5 millones de empleos adicionales solo en manufactura especializada, lo que de cumplirse representaría un avance significativo, pero que de no lograrse podría convertirse en otra promesa rota más. Por otro lado, el plan para que el 50% de la proveeduría nacional en textiles, calzado y muebles sea de producción local para 2030 es una meta ambiciosa, pero no deja de ser una declaración de intenciones que podría irse desinflando conforme los años pasen.

Quizás lo más interesante de este "Plan México" sea el énfasis en la relocalización de empresas mediante incentivos fiscales y beneficios para sectores de alta tecnología, investigación y desarrollo. En este campo, México tiene mucho por hacer, pero no es seguro que los incentivos sean suficientes para competir con otros países que, también a base de subsidios y beneficios, buscan captar esas inversiones. La esperada publicación del decreto sobre el nearshoring podría ser un primer paso, pero nuevamente, la pregunta es: ¿será suficiente para atraer a empresas globales que ya han decidido instalarse en otros lugares?

No podemos olvidar el contexto internacional en el que Sheinbaum ha presentado su estrategia. A tan solo días de la toma de posesión de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, la mandataria mexicana parece haber hecho un guiño a la política comercial de Trump, al señalar la importancia de reducir las importaciones asiáticas. Pero no podemos dejar de preguntarnos si este enfoque no es simplemente una respuesta a las presiones externas, más que un plan a largo plazo para fortalecer la economía mexicana de manera autónoma y sostenible.

En resumen, el "Plan México" es un buen intento por parte del gobierno de Sheinbaum para proyectar una imagen de país unido y en crecimiento. Sin embargo, las dudas sobre la eficacia de las medidas propuestas, el escepticismo del sector privado y la falta de concreción en los detalles nos obligan a tomar con cautela las palabras de la mandataria. Solo el tiempo dirá si este plan logra concretarse o si se quedará como otra de las grandes promesas de un gobierno que se ve atrapado entre sus ambiciones y la realidad económica global.

Les deseo un excelente inicio de semana lectores y con esta columna llego al final por hoy, esperando que en Cambio de Ritmo sigamos reflexionando juntos sobre los temas que realmente marcan nuestro presente.