Columnas

Un solo voto

La reforma judicial en México ha llegado a un punto crítico en el Senado, donde un solo voto podría definir el futuro del sistema de justicia.
Isidro Aguado Santacruz Archivo

La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo que le corresponde."_ - Ulpiano

Por Isidro Aguado Santacruz

La reforma judicial en México ha llegado a un punto crítico en el Senado, donde un solo voto podría definir el futuro del sistema de justicia. Más allá de los mitos promovidos desde el poder, esta decisión puede desmantelar estructuras fundamentales o fortalecer la imparcialidad y el equilibrio de poderes. Los senadores enfrentan una responsabilidad histórica: votar no solo por una reforma, sino por el destino de la democracia y los derechos que sustentan al país.

La discusión sobre el Poder Judicial en México ha escalado a un punto decisivo. Para la mayoría de la ciudadanía, este tema sigue siendo confuso. En particular, aún persiste la confusión sobre el cambio de las antiguas procuradurías de justicia a las fiscalías, ahora encargadas de investigar delitos y recolectar pruebas. Estas fiscalías, por su parte, reemplazaron a la temida "policía judicial," cuya historia está marcada por denuncias de abusos, fabricación de pruebas y tortura, una realidad tristemente reconocida en el imaginario colectivo.

Es esta experiencia con las fuerzas de la ley la que motivó la lucha por los derechos humanos en México. Sin embargo, parte del público tiende a culpar a los jueces por la liberación de presuntos delincuentes, cuando muchas veces el problema yace en la incorrecta integración de las carpetas de investigación por parte del Ministerio Público. La reciente reforma al sistema de justicia establece la presunción de inocencia, lo que significa que sin pruebas contundentes, el detenido, aun siendo culpable, podría quedar libre.

Actualmente la reforma judicial ha llegado al Senado tras haber sido aprobada por la Cámara de Diputados. El problema es que se están mezclando mitos y verdades. Desde Palacio Nacional se impulsa la idea de que la reforma solucionará las fallas del sistema, pero en realidad muchos expertos creen que esta propuesta podría desmantelar la estructura jurídica que ha perdurado en el país durante décadas. Comparan esta reforma con las medidas autoritarias tomadas en el pasado por figuras como Antonio López de Santa Anna.

Resulta sorprendente ver a figuras destacadas del ámbito jurídico, quienes alguna vez se pronunciaron en contra de la elección popular de jueces, hoy defenderla con fervor. Asimismo, es decepcionante ver a políticos que, habiendo hecho campaña criticando el gobierno actual, ahora apoyan la reforma, traicionando a los electores que confiaron en ellos.

Esta semana, el Senado discutirá y votará la reforma. Todo está en juego: con 85 votos de los 128 senadores, la propuesta pasaría al siguiente nivel. Sin embargo, el resultado depende de una mayoría crítica, pues un solo voto podría determinar el futuro de la reforma. En caso de ser aprobada, esta será enviada a los congresos estatales, donde con la mitad de su aprobación, el Congreso Federal la enviaría al Presidente para su promulgación.

De aprobarse, esto generaría una crisis en el Poder Judicial. Jueces, magistrados y ministros federales serían removidos, y lo mismo ocurriría a nivel estatal. Lo más preocupante es que los ciudadanos tendrían que votar por miles de candidatos desconocidos, lo que podría derivar en un proceso electoral partidizado, afectando la imparcialidad de los futuros jueces. Ya hemos visto cómo ministras de la Suprema Corte han hecho campaña abiertamente, evidenciando su inclinación política.

La trascendencia de un solo voto en la Cámara de Senadores ha colocado a México en una encrucijada histórica. Nos encontramos ante una decisión que no solo afectará al sistema judicial, sino que podría redefinir los cimientos de la democracia y el equilibrio de poderes en el país. En un momento donde las instituciones enfrentan desafíos crecientes, el papel de los legisladores adquiere una dimensión que va más allá de lo individual: se trata del interés colectivo, del bienestar de una nación entera.

El voto de cada senador representa no solo una postura política, sino un compromiso con la integridad del sistema de justicia. Es un momento crucial donde la reflexión y el análisis profundo deben prevalecer sobre las presiones externas y partidistas. Los senadores tienen en sus manos la oportunidad de demostrar que la política puede estar al servicio de la justicia y que, en medio de las diferencias, el bienestar nacional sigue siendo la prioridad.

El debate no puede reducirse a una mera confrontación de ideologías, sino a la construcción de un diálogo en el que todas las voces, tanto a favor como en contra, encuentren un espacio de expresión y consenso. Cada argumento y cada voto es una pieza clave en el rompecabezas democrático, y no debemos perder de vista que, más allá de cualquier interés personal o partidista, lo que está en juego es la legitimidad del Poder Judicial.

Un solo voto tiene el potencial de inclinar la balanza hacia una dirección u otra. Puede ser el motor de una reforma que promueva la justicia imparcial y sólida, o el detonante de una crisis institucional de proporciones incalculables. Los ciudadanos esperan responsabilidad, altura de miras y una visión de país que garantice la protección de los derechos y libertades que tanto ha costado consolidar.

Así, en este contexto debemos recordar que las grandes transformaciones no se construyen desde la imposición, sino desde el consenso. Un solo voto puede marcar una diferencia histórica, y cada legislador que lo emita debe ser consciente del impacto de su decisión en el futuro de México. Hoy más que nunca se requiere de sabiduría política y compromiso con los valores democráticos que nos unen como nación, estemos atentos. Excelente inicio de semana lectores.